martes, octubre 17, 2006

Capítulo 1: Historia del Movimiento SM

Aunque es posible encontrar en toda la historia y en todas las culturas, rastros de prácticas que podríamos hoy entender como sadomasoquistas, el fenómeno del sexo sadomasoquista como actividad sexual consensual es relativamente nuevo.

La primera mención del sadomasoquismo en la literatura científica es la de Richard Von Krafft-Ebing, psiquiatra alemán que publicó en 1886 su libro Psicopatía Sexual, un estudio sobre lo que era percibido en su tiempo como “perversiones sexuales”. En ese libro impuso las palabras sadismo (por el francés Marques De Sade) y masoquismo (por el escritor austriaco Leopold Von Sacher-Masoch) para algunas enfermedades mentales asociadas a disfrutar de la humillación y el dolor.

El Marques De Sade fue un escritor y filósofo francés de finales del siglo XVIII. Su nombre fue utilizado por Kraft-Ebing, para referirse a una tendencia sexual que se caracteriza por la obtención de placer infligiendo dolor a otros. Entre sus obras más conocidas se encuentran: Los 120 días de Sodoma (1784), Los crímenes del amor (1788), Justine (1791) y Juliette (1798).

Kraft-Ebing también utiliza la figura de Sacher-Masoch para definir la perversión contraria. En su obra mas conocida, La venus de las pieles, narra sus famosas aficiones como son hacerse la víctima, dejarse cazar, atar, hacerse infligir castigos, humillaciones e incluso dolores físicos por una mujer opulenta, cubierta de pieles y con un látigo en la mano. Masoch protesta inútilmente contra la utilización de su nombre para tal fin, pues no se reconoce en esa descripción de perverso.

Freud, basándose en algunas de las conclusiones de Kraft-Ebing sobre el sadomasoquismo, reconoce que en la mayoría de las personas existe un grado de tendencia hacia la agresión, un componente agresivo en el instinto sexual que devenido independiente y colocado en primer término, mediante un desplazamiento, pasa a ser sadismo. El concepto de sadismo comprende, para él, desde una posición activa y dominadora con respecto al objeto sexual hasta la exclusiva conexión de la satisfacción con la dominación del objeto sexual y el maltrato del mismo. En sentido estricto, solamente en el último caso, lo consideraría propiamente una perversión.

Desde otra perspectiva muy diferente, la palabra sadomasoquismo también se ha utilizado para designar ciertas actividades sexuales consensuales y para nombrar a una subcultura que comenzó con pequeños grupos de hombres gays y que se ha ido esparciendo a todos los géneros y orientaciones. Los espacios para hombres gays, al menos en un primer momento, fueron más propicios para servir de caldo de cultivo a esta subcultura. Desde allí fue creciendo hasta formar la vasta comunidad que es hoy en día.

El movimiento SM comienza en Estados Unidos en la década de los 50, con los primeros colectivos gays que se identifican con formas y códigos tradicionales de la masculinidad. Hasta esa época las representaciones sociales y mediáticas de los gays se basaban en la imagen del homosexual afeminado, produciéndose en el imaginario social una identificación casi completa entre el gay y lo femenino. Es el prototipo de “la loca” gay con pluma. Este cambio tuvo mucho que ver con el hecho de que durante la Segunda Guerra Mundial se crearon en el ejército numerosos lazos homo eróticos entre hombres que hasta ese momento habían vivido en el closet. Al terminar la guerra algunos de estos hombres, atraídos por ciertos valores experimentados en el ejército, como la disciplina, el compañerismo, la solidaridad, la jerarquía, la indumentaria, las insignias, etc., deciden continuar reuniéndose en pequeños grupos de aficionados a las motos, donde se recrean estos códigos hipermasculinos: relaciones de dominación y sumisión, motos, estética “dura” basada en el cuero como signo de identidad, y elementos característicos del cuerpo masculino: los bigotes, el vello corporal, los músculos, la fuerza física, etc.

Los primeros grupos leather se constituyen en California alrededor de estos códigos. En 1954 se estrena la película The Wilde Ones, de Laslo Benedek, protagonizada por Marlon Brando. En esta película Brando hace de líder de unos de esos grupos marginales; los guionistas se habían basado en los pequeños grupos leather existentes en aquel momento. La película tuvo mucho éxito y alimentó la creación de una red cada vez más extensa de grupos leather en los EE.UU.

A comienzos de los años 60 las comunidades leather gozan de cierta difusión dentro del mundo gay americano. De hecho, en 1962, la revista Life publica un reportaje sobre ellas a partir de un famoso mural de Chuck Arnett; según el artículo, los leather representan "el lado antifemenino de la homosexualidad". A partir de ese momento California vive una importante inmigración de gays leather, de modo que a comienzos de los años 70 existe una abundante proliferación de bares y clubes donde se celebran fiestas y orgías con sofisticados códigos y nuevas prácticas sexuales. Clubes como The Catacombs, Inferno o Shaw’s atraen a muchos gays de Estados Unidos y de Europa, entre ellos el filósofo Michel Foucault. Sus análisis sobre la experiencia SM se opone a la típica visión moralizante y negativa sobre el sadomasoquismo, en la que el ambiente leather se retrata como violento, patológico, asesino y peligroso.

En la década de los setenta el movimiento leather se diversifica con la aparición de grupos para heterosexuales, bisexuales y lesbianas. En 1971 se funda The Eulenspiegel Society (TES) en Nueva York, una asociación activista SM, principalmente para heterosexuales. En 1974 aparece la Sociedad de Janus en San Francisco para heterosexuales y mujeres bisexuales. En 1978 Pat Califia y Gayle Rubin fundan el grupo de lesbianas sadomasoquistas, Samois en San Francisco.

Por el enfoque de este trabajo vamos a detenernos en la historia del grupo Samois que durante sus 5 años de existencia retaría las nociones unitarias de la sexualidad e identidad lesbiana, abriría nuevas posibilidades para la experiencia lesbiana y cambiaria el rostro de la política lesbiana y la teoría feminista.

A finales de los setenta, aparece en San Francisco, lesbianas interesadas en el sadomasoquismo. La unión de estas mujeres da como resultado la creación de Samois en 1978, el primer grupo de lesbianas pro-SM en el mundo. Un año después, una de sus integrantes, Pat Califia, publica un ensayo llamado “The secret side of lesbian sexuality”, (“El lado secreto de la sexualidad de las lesbianas”). En este texto se declara públicamente como sadomasoquista, usando nombre propio y exponiéndose a gran peligro y rechazo. Ese mismo año, las integrantes del grupo salen abiertamente a la parada gay en la que son insultadas y escupidas.

Samois es conformado por mujeres muy visibles y activas políticamente, que se enfrentan no solo a las vehementes criticas de las feministas, sino a la exclusión y falta de apoyo de los hombres gays, que no logran conciliar la idea de mujeres invadiendo su territorio.

En 1981 Samois publica con sus propios fondos, ya que no logran encontrar ninguna editorial que se atreva a hacerlo, el primer libro sobre sadomasoquismo escrito por y para mujeres titulado Coming to Power (Llegando al poder). Este contiene ensayos políticos, testimonios personales, poesía y cuentos cortos de Pat Califia, Gayle Rubin y las demás integrantes del grupo. El libro tiene un gran impacto en la cultura sexual lesbiana y en la política feminista. Sirve para mostrar que aún sin tener una red de clubes de sadomasoquismo o locales y revistas especializadas, había muchas lesbianas practicándolo y que el relato de sus experiencias contradecía las acusaciones de ciertas feministas. Este libro reivindica abiertamente el sadomasoquismo lésbico como una manera de empoderarse a través de la sexualidad y sirve para motivar la conformación de más grupos SM de mujeres en otras ciudades de Estados Unidos y en ciertas partes de Europa.

Las fuertes polémicas y discusiones que genera la conformación de este grupo, hace que se cree una fuerte división entre los grupos de feministas radicales separatistas y las lesbianas anticensura pro-SM, que se ha dado a conocer como las guerras del sexo lesbico de los ochenta.

Por un lado, se desarrolla una línea liberal en torno a la sexualidad liderado por Gayle Rubin. En su artículo "Pensar el sexo: Hacia una teoría radical de la sexualidad" establece en un cuadro o gráfico una suerte de jerarquía en la respetabilidad social de las prácticas sexuales. Allí muestra un amplio abanico de tipos de conducta erótica, desde la que cuenta con el apoyo social y la total respetabilidad, hasta las que son condenadas socialmente y perseguidas legalmente. En el escalafón más alto sitúa la heterosexualidad reproductiva y en el más bajo prácticas como el sadomasoquismo, el fetichismo y el sexo intergeneracional. Según ella, el problema radica en la jerarquización de las sexualidades y hace un llamado a construir una alianza de todas las minorías sexuales que de una u otra manera subvierten a la heterosexualidad.

Pero las feministas radicales en vez de ver las similitudes de intereses, se unen a la oleada conservadora de la época y emprenden una cruzada en contra del sadomasoquismo y la pornografía. La resistencia de muchos grupos de mujeres y de lesbianas a aceptar el sadomasoquismo se debió a que lo percibieron como una síntesis extrema del sexismo, ya que tradicionalmente se ha identificado al hombre con la posición dominante y al sadismo con la masculinidad y sus privilegios sociales. Numerosas lesbianas y feministas denunciaron vigorosamente esta tendencia como anti-feminista, por basarse en la tradicional erotización patriarcal de la violencia y de la dominación. Y argumentaron que esta posición deshacía todo el cuestionamiento político global de la sociedad, originalmente propuesto desde el lesbianismo feminista, radical o separatista.

La feminista Sheila Jeffreys escribe, en un influyente ensayo en contra del SM, que:

Volver a regirse nuevamente por patrones de conducta sexual
típicamente masculinos -y gays- presentados como el ‘verdadero sexo caliente’,
demuestra una caída de la auto-estima de las lesbianas, quienes desde hace años
se proponían más bien una búsqueda sexual diferente y congruente con sus
aspiraciones feministas
[1]

Y añade que:

El uso de la pornografía y prostitución, aunque sean "lésbicas",
solo refuerza un imaginario patriarcal y multiplica las ganancias de la
industria del sexo, conduciendo por ende a la explotación de mujeres y lesbianas
por otras lesbianas
[2]


Sus críticas, sin embargo, evidenciaban un profundo desconocimiento del tema. No surgen de la experiencia propia, ni toma en cuenta las experiencias de otras mujeres que lo practican. Su principal argumento, basado en los presupuestos fundamentales del segundo momento de la teoría feminista, es que el sadomasoquismo sirve para incrementar la opresión de la mujer y acusa a quienes lo practican de ser aliados del sistema patriarcal dominante.

Como respuesta, Pat Califia escribe una defensa en su artículo “Feminismo y sadomasoquismo”:
ooo
El sadomasoquismo usualmente es tratado de manera santurrona y
abstracta por teóricas feministas que creen que es la personificación del
sexismo, la violencia y el odio hacia las mujeres. En este artículo examino el
sadomasoquismo de manera teórica e intento un acercamiento entre feminismo y SM.
Me motiva la preocupación por las personas que están asustadas o avergonzadas
por su reacción erótica a fantasías sadomasoquistas. No quiero escuchar más
historias trágicas sobre mujeres que han reprimido su sexualidad porque creen
que el anhelo por la indefensión o el control sexual son políticamente
inaceptables. No creo en eso más de lo que creo que los homosexuales deberían
ser célibes para continuar siendo buenos católicos. El movimiento feminista se
ha convertido en una fuerza moralista que contribuye a la miseria y al odio
internalizado de las minorías sexuales…. Para algunas personas de afuera (del
movimiento), el hecho de que el SM es consensual lo hace aceptable. Puede que no
comprendan por qué las personas lo disfrutan, pero reconocen que la gente SM no
son monstruos inhumanos. Para otras personas, incluyendo a muchas feministas, el
hecho de que es consensual lo hace aun más aterrador. Una mujer que
deliberadamente busca una situación sexual en la cual pueda estar indefensa, es
una traidora a su modo de ver. ¿Acaso no lleva años el movimiento tratando de
persuadir a la gente de que las mujeres no son naturalmente masoquistas?
Les molesta la descripción del SM como consensual. Creen que la sociedad nos ha
condicionado a todas para aceptar la desigualdad de poder y relaciones
jerárquicas. Por lo tanto el SM es simplemente una manifestación del mismo
sistema. Pero la dinámica entre top y bottom es muy diferente de la
dinámica entre hombres y mujeres, blancos y negros, gente de clase alta y
trabajadora. Ese sistema es injusto porque asigna privilegio basado en la raza,
el género y la clase social. Durante un encuentro SM, los roles son adquiridos y
utilizados de manera muy diferente. Los participantes seleccionan los roles que
mejor se acomodan a sus necesidades sexuales, a la manera como se relacionan con
determinada pareja o que traje está limpio y listo para ser utilizado. La
recompensa más significativa de ser top o bottom es el placer sexual.
Si no te gusta uno, te cambias para el otro lado. ¿Podrías hacer eso con tu sexo
biológico, raza o estatus socioeconómico?
[3]

Las feministas que acusan a los sadomasoquistas de burlarse de los oprimidos al jugar con el dominio y la sumisión, olvidan que la subcultura SM sufre constante hostigamiento de la policía y todo tipo de discriminación. No reciben en absoluto el trato que el sistema otorga a sus colaboradores y partidarios.

Según Califia, pensar que el sadomasoquismo es sexista, es no comprender que el poder en una relación sadomasoquista no tiene nada que ver con el privilegio social, sino con el poder momentáneo que las partes de común acuerdo se otorgan sin ningún tipo de esencialismo de raza, clase o género.

Las lesbianas sadomasoquistas se defienden acentuando el componente consensual de sus actividades, pero este argumento no logra aplacar las acusaciones que parecen venir más del rechazo y la incomodidad para tratar temas relacionados con el sexo y por la mala interpretación de las imágenes descontextualizadas, que de argumentos informados sobre los supuestos abusos en contra de las mujeres. En estos ataques se evidenciaban los prejuicios y los dogmas de esta corriente de la teoría feminista y la falta de respeto por el derecho de la mujer para hacer elecciones en torno a su sexualidad.

Las lesbianas al buscar un lugar dentro del movimiento feminista toman un camino que tiene que ver más con la política que con su sexualidad, tema que causaba gran incomodidad y del cual especialmente las feministas heterosexuales querían distanciarse. Como respuesta a esto, aparecen nuevas revistas eróticas producidas por lesbianas. La más conocida se titula On Our Backs. El nombre mismo revela su intención de oponerse a la publicación feminista norteamericana más conocida Off Our Backs. Mientras que las lesbianas radicales habían afirmado en uno de los primeros manifiestos que "una lesbiana es la rabia de todas las mujeres, condensada hasta el punto de explosión", On Our Backs asevera que "una lesbiana es el deseo de todas las mujeres, condensado hasta el punto de explosión". La sexualidad y el erotismo entre mujeres comienzan a ocupar un lugar importante en el discurso feminista norteamericano.

Anteriormente el movimiento se afiliaba a un modelo de atributos femeninos en acuerdo con las nociones culturalmente dictaminadas, es decir, con unas cualidades más dignas, bondadosas y pacíficas que los hombres. Dentro de este clima, las lesbianas parecen ser vistas casi como seres asexuales que constituyen el ejemplo máximo de esta filosofía en la que el único sexo aceptable y feminista era un sexo sublimado de respetabilidad, ternura e igualdad, que no siempre concuerda con la realidad y los deseos de muchas mujeres pertenecientes a estos grupos. Todo lo que se saliera de ciertos parámetros muy rígidos era visto como sospechoso, objetivizador y aliado del enemigo. Se establecen así unos parámetros sexuales y de conducta rígidos que eran reforzados por la auto-vigilancia de sus miembros.

A finales de los ochenta, la aparición de la epidemia del SIDA, va a empeorar esta situación al incrementar el temor a la sexualidad que además de ser moralmente peligrosa, ahora se vuelve físicamente mortal. Los hombres gays y los sadomasoquistas son el blanco principal de una persecución en la que se implementan medidas discriminatorias que solo se aplican a ciertos sectores de la población y perjudican a otros. La comunidad gay se ve en la necesidad de unir sus fuerzas en contra de las políticas injustas alrededor del SIDA y aparecen grupos de activistas de donde nacen las bases para lo que luego se conocería como teoría queer.

En gran parte debido a la enorme influencia de la teoría queer, la tendencia social actual es de mucha experimentación con el género y la sexualidad en general. Esto ha creado un ambiente favorable para la exploración con el SM.

La popularización del Internet hacia finales de los 90, ha posibilitado un crecimiento en el movimiento sadomasoquista que sus fundadores jamás se hubieran alcanzado a imaginar. Ayudó para que se diera una explosión en el interés por el tema y facilitó la comunicación entre personas que comparten este interés. Resolvió el problema del acceso a la literatura SM que existía cuando las librerías se negaban a vender material de naturaleza sexual explícita. Se ha creado una enorme industria de venta de artículos SM que se pueden pedir por correo desde cualquier lugar con la garantía de privacidad. En Estados Unidos actualmente existen una gran cantidad de grupos que se dedican a actividades SM en gran parte del país.

Otra señal de este cambio es la formación en el 2000 de una red europea en favor de la desaparición del SM como parafilia de la lista de enfermedades de la International Classification of Diseases (ICD) publicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto ha hecho que las disciplinas psi también tengan que revisar sus posiciones frente al sadomasoquismo y por lo cual actualmente es posible encontrar afirmaciones positivas de psicólogos, sexólogos y psiquiatras acerca de este tipo de sexualidad.

Teoría queer

La teoría queer y el movimiento SM se han influenciado mutuamente y se han hecho grandes aportes. Por un lado, los practicantes del SM han jugado con el género desde sus inicios al cuestionar estereotipos culturales asignados a ciertos grupos. El sadomasoquismo desde muy temprano al definirse como juego o puesto en escena, servia para cuestionar la supuesta naturalidad que le ha sido impuesta a la sexualidad. Con la práctica de la teatralización del sexo-género, se pone de manifiesto la construcción artificial e interesada de las normas sexuales y la convención de la heterosexualidad como institución política. Del otro lado, la teoría queer sienta las bases para una política de los anormales, dentro de la cual se pueden ubicar todo tipo de disidentes sexuales para defender sus posiciones y formar alianzas.

Según Beatriz Preciado, queer debería traducirse por marica o bollera, pero también por transexual o por trabajadora sexual o puta. Sería aquello en contra de la normativización de cualquier identidad. Queer en castellano puede sonar un poco “glamour”, pero en inglés es una palabra dura. Se trata de la reapropiación de un insulto para autodenominarse. Lo que dentro de esta teoría se llama “giro performativo”.

El pensamiento queer, es desarrollado principalmente por la teórica norteamericana Judith Butler quien aplica el mismo tipo de análisis que hicieron Foucault y Rubin para mostrar que la sexualidad es socialmente construida, ahora aplicado al género. Esta reflexión continúa por la línea que habían iniciado las mujeres de Samois al esencialismo de género, explorando a fondo este cuestionamiento.

Este movimiento nació en las calles a principio de los noventa ante la necesidad de un activismo político radical para dar respuesta, tanto a las agresiones físicas homofóbicas que aumentaban de manera desproporcionada, como contra la campaña del SIDA -auspiciada por las autoridades médicas y farmacéuticas-, que atentaba contra la dignidad de los enfermos e implementaba medidas injustas y prejuiciadas especialmente hacia los gays y la comunidad SM. Comenzó formando alianzas con otros movimientos sociales disidentes y, eventualmente, apareció en las universidades, dando origen a estudios que luego se llamaría “teoría queer”.

También nació como una contestación a las políticas de identidad integracionistas y legalistas que cada vez más querían reivindicar al mundo gay y lésbico con la cultura blanca, heterosexual y de clase media. El hecho de ser gay no necesariamente implicaba que se fuera revolucionario o que se pretendiera cuestionar el sistema. La rama apropiada para los disidentes se convirtió en el movimiento queer. Frente a una política basada en una identidad esencial, estable y natural, y que conformaría una identidad colectiva a partir de la cual se organizaría la resistencia y se exigiría a los poderes dominantes derechos civiles iguales al resto de las personas, la práctica queer, reivindica la multiplicidad y la no rigidez de identidades. Es totalmente antiasimilacionista, pues se opone a una lucha cuyo único fin sea la reivindicación de derechos para obtener el estatus de “normalidad”. Frente a la política esencialista, el activismo queer propone disolver las categorías de identidad a favor de una política de la trasgresión y la parodia. Esta nueva estrategia de lucha, influida por el pensamiento constructivista, sostiene que las identidades sexuales y de género son productos históricos y sociales, en lugar de naturales e intrapsíquicos. Para esta teoría los binarismos producidos por la sociedad (heterosexual/homosexual, mujer/hombre, femenino/masculino) son la base de la opresión.

Según esta política deconstruccionista, las categorías identitarias puras constituyen un obstáculo para la resistencia y el cambio porque son más fácilmente localizables y peligran de ser controladas por el sistema. Una vez se rompe con la idea clásica de la lucha política, que pasa por la creación de un sujeto político bien definido y estable, la lucha política queer se convierte en una nueva estrategia de lucha transversal que consiste en la búsqueda y el señalamiento de fisuras del capitalismo y del patriarcado, para desde ahí producir discursos, prácticas de resistencia y estrategias de fuga de una realidad en continuo cambio y cada vez más compleja.

La política queer se opone a la sociedad misma, protestando no sólo contra el comportamiento social “normal”, sino contra la idea misma de normalidad. Queer nos habla de la diferencia de manera radical. Queer no sería, pues, tanto rebelarse contra la condición marginal como el disfrutarla.

El feminismo siempre ha cuestionado el carácter natural de los géneros masculino/femenino, afirmando su construcción social y cultural. Pero el queer va más allá, afirmando que los rasgos sexuales sobre los que se erigen esas construcciones sociales son artificiales. Tanto las diferencias sexuales como las de género se crean dentro de un sistema económico, político y social determinados, que producen un discurso creador de identidades sexuales aceptadas como las “normales” o “naturales” frente a las otras sexualidades, que se convierten en perversas, inmorales o patológicas.

Es decir, que son esos intereses ideológicos, económicos y patriarcales los que moldean los cuerpos. Son las instituciones médicas, culturales, legales, etc. las que crean unas sexualidades utilizando las tecnologías a su alcance para hacerlas encajar en uno de los dos polos del binomio masculino-femenino. Son los que crean cuerpos y sujetos posibles para una sociedad machista y heterosexista. Así se reduce el cuerpo a zonas erógenas en función de una distribución asimétrica del poder entre los géneros. La teoría queer llega a la conclusión de que el sistema heterosexual es un aparato social de producción de feminidad y masculinidad que opera por división y fragmentación del cuerpo que después identifica como centros naturales y anatómicos de la diferencia sexual.

(Ver anexo 4 de Patrick Califia tomado de sex changes.)


Califia y la discriminacion

Patrick Califia es una de las personas dentro de la comunidad leather que mas se ha esforzado para luchar en contra de la discriminación hacia la comunidad SM. Es considerado una de las personas con mayor trayectoria y experiencia en este medio. Nació en Corpus Christi, California, y vive en San Francisco. Es transgénero de mujer a varón. Activista y escritor, ha publicado cuentos, novelas, poesía, ensayos y artículos en distintos medios. Lleva escribiendo sobre S/M desde finales de los 70, ha publicado manuales de técnica, seguridad, ensayos políticos, cuentos cortos, novelas y ha editado varias compilaciones sobre el tema. Su experiencia vital ha sido de un recorrido marcado por la diferencia radical –al reconocerse como lesbiana, sadomasoquista, transexual y discapacitado- y la lucha por el reconocimiento del derecho que cada ser humano tiene de decidir que hacer con su propio cuerpo. Una lucha en contra de la normalización que trata de imponernos la sociedad.

En su libro Sensuous Magic asevera que: “El mito de el masoquista que se odia a si mismo y el sádico malvado es tan peligroso como el racismo, el machismo, la homofobia o cualquier tipo de prejuicio en contra de cualquier clase de personas”.[4]

Sobre esto, escribe:

El proceso de darme a conocer como lesbiana pervertida me obligo a
cuestionar muchos de mis propios prejuicios acerca del género, sexualidad,
identidad, y opresión. Era dolorosamente obvio que al simplemente reconocerme
como lesbiana no había eliminado mis prejuicios sexuales ni me había dado un
insight especial sobre la manera en que otras personas marginalizadas se las
veían con su estatus estigmatizado. De ahí mi curiosidad sobre virtualmente toda
variación sexual, gay o no, y mi disposición a ayudar a los transgenero,
boy-lovers, trabajadores sexuales, bisexuales, swingers heterosexuales, y a toda
la gente que es tratada mal porque a la mayoría de la gente le teme al sexo y
los políticos pueden ser elegidos al respaldar pánicos morales
[5]




Califia observo que la comunidad gay, a pesar de también ser perseguida y discriminada, no ha logrado mostrar respeto ni tolerancia para aquellos cuya sexualidad no puede ser claramente definida como heterosexual u homosexual o quienes han erotizado algo diferente al genero. Los gays también han contribuido a la discriminación en contra de la gente SM, los bisexuales, transexuales y otras minorías. Por eso su trabajo, ha consistido en gran parte, en dar a conocer sus propias experiencias y crear oportunidades para que otros también puedan hacerlo, como sucedió con la publicación de los libros Coming to Power y The Second Coming, que narran experiencias personales de mujeres con el SM. Los manuales que ha escrito sobre el tema han contribuido a hacer disponible información pro-SM acertada. Este tipo de información sirve para contrarrestar las críticas teóricas que se han hecho en contra del SM, que nunca se basan en la experiencia directa.

Hablando sobre sus motivaciones para comenzar a escribir sobre SM, Califia dice:

Me cansé de leer mentiras sobre mi sexualidad, me canse de que me
dijeran que no existía –y que si existía, era como una prima lejana de un
violador o un asesino psicópata. Me canse de sentirme sola y sabia que nunca iba
a haber una comunidad de mujeres SM si alguien no anunciaba que ya estábamos
aquí.
[6]


Para Califia la única manera de defenderse contra esto era tomándose el poder por medio de la palabra y en 1979 decide escribir un controversial articulo llamado “The secret side of lesbian sexuality” (El lado secreto de la sexualidad de las lesbianas) que viene a ser la primera vez que una mujer escribe explícitamente sobre su experiencia con el sadomasoquismo y que nombra una comunidad que se estaba apenas organizando.

(Ver anexo 5 “The secret side of lesbian sexuality” para la traducción completa de este importante artículo de Pat Califia.)

Para Califia, “el deseo que no puede ser nombrado ni descrito es un deseo que no puede ser valorado, realizado o utilizado como la base de una identidad”. Estas ideas fueron inspiradas por la obra de Jeffrey Weeks sobre historia gay y políticas sexuales.

Califia encontró en la obra de Weeks algo que se podía aplicar en el caso de todas las sexualidades no normativas. Weeks señalo que si cualquier identidad sexual (incluso la heterosexual) fuese natural, no necesitaría el apoyo de un sistema de refuerzo tan poderoso para producir el comportamiento deseado y castigo para los que no se amoldaran. También observo que el significado atribuido a un acto por la cultura dominante no es necesariamente el mismo significado que le asignan aquellos que lo practican. De este insight viene la posibilidad de que la cultura dominante no tiene el derecho de decir que tipo de sexualidad es saludable o dañina, amorosa o cruel. El poder, según Weeks, “viene de insistir sobre el derecho de decir lo que tu sexualidad significa”. A esta afirmación, Califia luego agregaría que “la sabiduría viene de preguntar a otras personas lo que su sexualidad significa antes de apresurar conclusiones”.

Califia ha intentado mostrar que las personas SM no son los monstruos crueles que nos han hecho ver los noticieros y los medios de comunicación, ni los enfermos mentales de la psicología y la psiquiatría, sino simplemente personas con una semiótica sexual diferente a la de la mayoría.

El hecho es que existen diferentes maneras de expresar afecto o
interés sexual. Hay quienes mandan flores, poemas, dulces o intercambian
anillos. A las personas SM les interesa llevar en sus cuerpos símbolos de
pertenencia a sus amos, hacer rituales como muestra de entrega y devoción con la
pareja y recompensar a su ser amado como una buena azotada
[7]
ooo
Notas:
ooo
[1] Sheila Jeffreys. “El postmodernismo y la teoría lesbiana gay”. En: Elena Beltrán y Virginia Maquieira. Feminismos. Debates teóricos contemporáneos, Alianza, Madrid, 2001. p.56-72
[2] Ibíd.
[3] Pat Califia. “Feminism and Sadomasochism”. En: Public Sex, San Francisco, Cleiss Press, 1994, p. 157-164. De aquí en adelante todas las traducciones de este libro son mías.
[4] Patrick Califia, Sensuous Magic: A guide to SM for adventurous couples. San Francisco: Cleis Press, 2001. p 89 De aquí en adelante todas las traducciones de este libro son mías.
[5] Califia, 1994, p.19
[6] Ibíd., p.12
[7] Ibíd., p.15

3 comentarios:

complices de chigi dijo...

y vos quien sos?

filosofia.en.el.aula dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
filosofia.en.el.aula dijo...

Hola.... No sé de donde habrás sacado este texto pero podrías poner su autor., Su autor soy yo José Manuel Martínez... A primeros de la decada de los 2000 escribí este texto en una página que se llamaba "Cultura leather" que se alojó en un site que después desapareció. Había otras pestañas como origen de la bandera leather, el himno leather y bibliografía básicamente norteamericana. El color de la página principal era azul.